¡Por fin aquí de nuevo!
Espero disculpéis mis largas ausencias. Ha sido un curso escolar muy estresante para mí… sin tener en cuenta que con todo el lío me olvidé de pagar el dominio de la página y hasta que me dí cuenta y lo arreglé estuve 5 días sin página web, y ¡casi me da un tabardo, madre mía! Y es que a veces me resulta muy complicado ir al día con el trabajo, el nene, la casa, la cocina, la danza…tengo mil quinientas cosas que contaros que bullen en mi cabeza pero nunca acabo de encontrar el tiempo necesario para hacerlo…
En fin, que ya que vuelvo que sea por la puerta grande…después de 28 maravillosos meses de lactancia materna en los que he disfrutado muchísimo de tan grata experiencia y he sentido con creces el vínculo con mi nene a todos los niveles, he decidido que ya era hora del destete. Cuando estaba embarazada tenía claro que quería darle teta a Teo, pero nunca me propuse ningún objetivo ni fecha tope para dejarlo, pensé que iríamos según se fueran desarrollando las cosas, aunque debo decir que mi intención era darnos libertad plena y que él fuera dejando la teta poco a poco. Este tema puede dar para escribir libros, porque la experiencia de cada madre es tan diferente y variada que la verdad, escuchar a muchas de ellas decir que sus niñ@s dejaron la teta de forma progresiva y poquito a poco antes de los dos años, era algo que a mí personalmente me llenaba de esperanza, pero en nuestro caso nunca nos pasó nada parecido a esto, sino todo lo contrario de hecho…
Nuestro periplo a lo largo de estos casi dos años y medio ha sido de lo más variopinto, como no podía ser de otra forma: Teo llevaba cerca de año y pico mamando sólo de una teta, así que mis domingas se han estado viendo como algo parecido a un mango y un aguacate… Eso, acabar de dar el pecho y tener ganas de comerme a alguien de mi familia, los mordiscos de mi pequeñín a altas horas de la madrugada… todo ello empezó a ser un punto de inflexión en mi decisión de dejarlo, sobre todo porque todas las noches Teo necesitaba su «tetita» para dormir, y si su tetita no estaba, podía aguantar hasta las 12, la 1, las 2 o las 3 llorando amargamente hasta que yo llegaba y le daba (un día volví de un viaje a las 2:30 de la madrugada y cuando llegué a casa de mi madre lo que me encontré fue bizarro, la verdad). Empecé a ser consciente que amamantar es cosa de dos y ha de ser placentero, y cuando uno no está a gusto, hay que plantearse las cosas. Y este era mi caso.
Según mi experiencia en este tema, he de decir que, en primer lugar, si has decidido mantener tu lactancia sin fecha de tope (de esas que se dicen «lactancias prolongadas»), probablemente te encuentres a mucha gente de tu entorno que te diga de todo: «que está encaprichado con la teta», «que lo que tiene es vicio», «que si no lo necesita porque tu leche no alimenta». Sí amigas, yo también he pasado por toda esta retahíla…y lo más normal es que te sientas mal, o culpable, o ambas, y que empieces a replanteártelo seriamente (sobre todo si no es buen comedor como ha sido mi caso, en plan «no come porque como está obsesionado con la teta se conforma» o cosas por el estilo). Pero luego llega la noche, y tu peque te pide su teta….¿y qué vas a hacer? ¿cómo negársela si es lo que más le gusta en este mundo?
Conclusión de todo esto: QUE ERES TÚ QUIEN TIENES QUE SENTIRTE SEGURA Y PREPARADA PARA ELLO. Te lo escribo en mayúsculas porque entiendo que esto es esencial. Si lo haces porque fulana o mengano te lo dicen, con mucha seguridad, luego te sentirás culpable, y hecha polvo….en fín, mala madre. Y nada más lejos de la realidad, así que no te comas el tarro, y sobre todo, NO DEJES QUE NADIE TE JUZGUE POR CÓMO HACES LAS COSAS, TUS DECISIONES SON TUYAS Y SON LAS MEJORES PARA TU NIÑO O TU NIÑA ¿VALE? He dicho.
En un post anterior os contaba sobre nuestra vivencia con la lactancia y libros recomendadísimos según mi criterio por si en su momento decidís dar teta a vuestros bebés y queréis saber más sobre ello. Espero que os sirva para quien esté interesada y me lea al respecto de este tema. Cuando yo empecé a pensar en el destete, lo primero que hice fue leer en blogs de maternidad, en los foros, en facebook, en youtube, y en todo aquel sitio que se me ocurrió y San Google me sugirió para recabar información de cómo lo habían hecho las demás porque, sinceramente me parecía algo imposible. Descarté muchas formas que no me parecían nada halagüeñas, como untarse los pezones con mostaza o picante, o irse unos días fuera y dejarle el marrón a los abuelos, aunque según he leído, ha habido casos que han funcionado. Pero me parecía un fín demasiado cruel para un niño cuya vida ha girado desde que nació sobre la teta….
No, esto teníamos que hacerlo él y yo de otro modo.
Yo sentía que mi ciclo de amamantar debía llegar a termino, y como he leído hasta la saciedad a Carlos González, me empeñaba en respetar su máxima de «No negar, no ofrecer» para que fuera reduciendo tomas. A nosotros esto nos funcionó un tiempo, sobre todo durante el día en que Teo apenas se acordaba de pedir si no era a la hora de la siesta o cuando se caía y necesitaba consuelo. Yo pensé en ir reduciendo las tomas diurnas y luego las nocturnas. Ni de coña. Las noches eran terribles, despertares cada hora y obsesión por la teta en varias etapas de nuestro destete. Así que entré en modo desesperación de nuevo. Quería que fuera un proceso respetuoso pero pasaban las semanas y mi angustia iba en aumento en la misma medida que la suya por mamar, algo lógico porque estoy segura que mi niño notaba mi malestar. Porque ya empezaba a agobiarme, me mordía, le retiraba el pecho, lloraba, me pedía desesperado….una situación bastante complicada. Y seguía mirando en grupos y todos decían que para hacer el proceso con respeto había que seguir a rajatabla lo de no ofrecer, no negar. Yo no ofrecía, pero al no negar había momentos en que llegaba a estar como cuando nació, todo el día con las pechugas al aire…
Hasta que un día, mi gran amiga y asesora Maca Millán (de la que os hablaré más adelante porque tiene unos proyectos increíbles sobre crianza) me dijo algo que cambió mi perspectiva: me dejó claro que los procesos respetuosos significan, aparte de respetar sus ritmos, de acompañarlos en sus momentos de tristeza y contrariedad con mucho amor para que siempre tengan cubiertas sus necesidades básicas. Al igual que cuando se caen o se enfadan necesitan nuestro calor y cariño de madre o padre, en esta ocasión ocurre lo mismo. Eso y que los niños necesitan actos coherentes para no confundirse, que ser firmes en nuestras decisiones hacen que ellos entiendan mejor los límites y aprendan mejor y más rápido. Lo cierto es que a mí me tranquilizó muchísimo, porque era incapaz de negarle la teta y al mismo tiempo me sentía mal porque sabía que así las cosas no cambiarían.
Pues bien, un día cualquiera y sin pensar mucho en ello decidí que hasta aquí habíamos llegado. Por el día fue sencillo, utilicé la vieja excusa que solemos hacer todas de «la tetita enferma» y distraerlo con cualquier otra cosa. La noche fue más difícil. Le dije que no y se puso hecho un toro…lo cogí en brazos, se lo expliqué tranquilamente….estuve casi 20 minutos consolándolo. Y se durmió. Sólo se despertó esa vez. La noche siguiente igual, llantos y pataleos. Es importante mantenerse firme y calmada, repetirle muchas veces nuestra historia y colmarlo de besos y caricias para ayudarle a tranquilizarse. Durante la primera semana fue así, se despertaba una o dos veces, lo cogía, lo llenaba de besos y le hablaba y le cantaba hasta que caía rendido….y por la mañana cuando preguntaba le decía lo de que la tetita estaba malita. Por eso es tan importante que tú estés preparada para ello, porque si cedes será mucho más duro para ambos, él no entenderá por qué unas veces sí y otras no, La semana siguiente el pecho empezó a dolerme muchísimo, y temiendo una mastitis me tomé las pastillas (las cuales según mi médica de cabecera hacen efecto en cualquier momento en que te las tomes, y en mi caso el efecto fue inmediato). Y como hasta ese día llevaba sujetadores de compresión para el dolor y ya dejó de ser necesario, eso nos sirvió para que Teo se aferrara al pecho. Empezó a decirme que quería «un betito en la tetita», «mañana te cura la tetita», y me la abrazaba diciéndome «me la quedo». Y yo muerta de amor…al final te das cuenta que para ellos es todo mucho más sencillo que para nosotras si lo hacemos de forma natural y sin estridencias,. Al menos a mí me ha dado una gran lección de vida.
De esto hace ya un mes. Y nuestra vida a grandes rasgos no ha cambiado en lo esencial: Teo sigue siendo un niño feliz, duerme un poquito mejor (tiene sus días), sigue comiendo bastante mal y poco variado, pero al menos come más cantidad; y yo sinceramente echo de menos nuestros raticos de la teta a veces, pero soy consciente de que ese lazo que ya hemos soltado no nos ha separado en lo más mínimo. Ahora las noches nos exigen un poquito más de creatividad e imaginación (historias, cuentos, canciones), pero también se han vuelto más divertidas porque Teo es un parlanchín y no para de hablar hasta que el sueño le vence (hemos entrado de lleno en la fase del «¿Por qué?» a lo bruto XD). Así que puedo dar por terminada esta maravillosa etapa de la lactancia materna que tantas alegrías nos ha dado a ambos y que sé que vamos a recordar de forma tan grata (no sé si él la recordará, pero por si acaso aquí estamos dejando el testimonio «pa los restos»), y a empezar con otras que seguro que son igualmente emocionantes como esta, así que la aventura continua…. 🙂
Espero que os haya servido mi experiencia. Yo no me podía creer que Teo lo superara tan facilmente, estoy segura que ha resultado tan bien porque estaba convencida de que teníamos que hacerlo y él a sus dos añitos casi y medio lo ha entendido sin problemas, así que ha sido algo maravilloso.
Si habéis pasado por alguna experiencia parecida, me encantaría que me lo comentarais a ver si para vosotras ha sido o no duro dejarlo. Será un placer leeros.
¡Abrazos!