Vuelvo después de un porrón de días a escribir!! Hoy cumplo la cuarentena, 40 días desde mi parto de Teo y lo cierto es que no me equivocaba lo más mínimo. Está siendo una experiencia y un cambio tan intenso que ardo en deseos de contaroslo todo. La última noticia que tuvisteis de mí es que ya había pasado de las 40 semanas de gestación. Hasta entonces no había indicio alguno de que Teo quisiera salir. Unos días antes fui por primera vez a monitores y me confirmaron eso mismo, que no había dilatación ni rastro de contracciones.
El mismo dia 11 estuve por segunda vez en monitores. Y a los tres días siguientes, y el jueves 18, cumplidas 41 semanas de gestación. Esta es la última foto que me saqué de la barriga la noche de antes. Desde hacía semanas iba apuntando todo lo que hacía y sentía para hacer mi crónica del parto, que paso a resumiros ahora mismo:
JUEVES, 18 DE FEBRERO DE 2016
08:30
Cumplo 41 semanas de gestación, y tengo la cuarta cita para monitores. Cuando llego me encuentro que somos ciento y la madre esperando para lo mismo. Concretamente 18 futuras y nerviosas mamis. Menos mal que llevo el ebook porque parece que la mañana se va a hacer larga.
11:30
Después de 3 horas oyendo todo tipo de cosas horribles sobre partos, cesáreas, y problemas de madres embarazadas por segunda vez, entro a monitores. El cuello del útero está un poco borrado, pero ni lo suficiente, ni hay contracciones. Me dicen que me vaya a hacerme una ecografía, y allá que me voy.
12:30
Me atiende la ginecóloga. Me hace la eco y cuando lleva mirando 10 segundos me dice que el bebé apenas tiene líquido. Que o bien se ha fisurado la bolsa sin que yo me diera cuenta, o bien el líquido se ha reabsorvido, con lo que tienen que ingresarme de urgencia para provocarme el parto. Mi cara se convierte en un rictus terrible. Si me pinchan en ese momento no me sacan sangre de ningún sitio. Y yo pensando en mi plan de parto natural, sin oxitocina, epidural, sin nada de nada….mi gozo en un pozo 🙁
13:15
Hago el ingreso por urgencias y otra vez a monitores, me exploran y veo las estrellas y todo el firmamento. Me colocan una vía y una especie de tampón con prostaglandinas para madurar el cuello uterino. La ginecóloga me dice que no tiene por qué provocar contracciones, pero que hará que el proceso del parto comience. Van a tener que completar todo esto con la oxitocina (que me da pavor). Y lo más lógico es que por la naturaleza de la medicación necesite la epidural. Tiemblo, pero me siento preparada para lo que se supone que tenga que ser. Me pasa por la cabeza la típica afirmación de toda preñada que reza, «si todas pasamos por esto, yo no voy a ser menos», y oye, me anima bastante.
14:00
Llega mi madre nerviosa perdía con todos los apechusques, (o sea la canastilla para el bebé y una mochila para mí que llevaban preparadas semanas, ya ni me acordaba de lo que había echado). Al menos hay zapatillas de estar por casa, lo que me evita tener que subir a planta con un camisón del hospital dos tallas más grande y sin nada debajo y mis botas). Me suben a la habitación y mando a casa a mi madre para que al menos coma tranquilamente. Empiezo a intentar visualizar que todo va a ir bien. Mi whatsapp echa humo…y así es complicado concentrarse, la verdad pero trato de pensar que mi parto será como tenía planeado.
14:30
Mi madre vuelve para quedarse conmigo, aprovecho para dormir un poco.
17:00
Viene Beli, mi segunda madre, y charlamos un rato. Estoy animada porque sigue sin haber contracciones (o al menos yo no las siento) También llega mi tia Pilar. Me siento bien porque todo mi entorno me llama, me manda mensajes de ánimo y siento que todo va a ir bien. En lo que va de día ya he cargado el móvil 2 veces…
17:30
Me bajan a monitores de nuevo. Y nada reseñable. Me hago a la idea de que la cosa va a ir para largo, pero me dicen que sólo me han ingresado a mí para dar a luz ese día, con lo que tengo a mi entera disposición a la matrona y a la ginecólga. Teniendo en cuenta que esta mañana éramos 18 futuras mamis, lo entiendo como un buen presagio…o como muy malo (esto lo pensaría después, claro)
18:30
Me suben a la habitación y empiezo a organizar todo, porque la gata necesita agua y comida, y nombro a mi padre como encargado oficial de tal hazaña durante estos días.
21:00
Llega mi hermana con su familia desde Murcia. Ha pedido el viernes libre (menos mal). Ella se va a quedar conmigo esta noche y me va a acompañar durante el parto, lo cual me tranquiliza bastante.
22.00
Me vuelven a bajar a monitores y por fin me detectan pequeñas contracciones, aunque yo apenas noto nada. La matrona me dice que es bueno, porque tal vez no provoque contracciones grandes, sino que sólo madure el cuello uterino para desembocar en un parto natural sin necesidad de más medicación. Me siento felicísima de que haya posibilidad de tener un parto natural, que es al fin y al cabo lo que yo pretendía desde el primer momento, pero no quiero hacerme ilusiones…
23:00
Me suben, vemos un rato la tele y decido que mi hermana se vaya a descansar esta noche, que necesito que estén despejadas para el parto que se nos viene encima y el sillón del hospital es como un aparato de tortura. Mi hermana, poco convencida, se va a casa.
VIERNES, 19 DE FEBRERO
00:20
Apago la luz y me dispongo a descansar para estar mañana en plena forma.
01:10
Me da la primera contracción gorda y lo flipo. Me habían dicho que era como un dolor de regla pero a lo bestia, pero lo que yo siento es como un retortijón brutal que me saca de la cama y me voy al retrete como una loca. Empiezo a contar a ver si es algo aislado o mi parto ya ha empezado.
01:30
Me ha dado otra contracción a la 1:20 y otra ahora mismo. Cada 10 minutos. Empiezo a asustarme y llamo a las enfermeras. Me toca avisar también a mi pobre hermana que acababa de acostarse en ese mismo momento.
02:00
Monitores. Las contracciones son moderadas pero pican bastante, pero eso no merma mi ilusión de que voy a poder con esto. Llevaba semanas intentando averiguar qué era una contracción y cómo se podía sentir, y repitiéndome que sólo era dolor, y que iba a pasar. Y esto es algo que al menos a mí me provoca un montón de sensaciones encontradas, de alegría, de miedo, de incertidumbre… Me planteo que la vida es grandiosa por permitirme vivir este momento.
03:00
La intensidad de las contracciones aumenta. Les pido a las enfermeras que me suban la bola de pilates con las que he hecho ejercicios en casa, pero siento tanta presión en la zona inferior de mi cuerpo que todavía me duelen mucho más las contracciones encima de la bola. Ya siento bastante dolor y empiezo a probar diferentes posturas a ver si así disminuye, pero no hay forma.
04:30
Me vuelven a bajar y al parecer mi cara es un poema. Ya duele mucho. Empiezo a probar diferentes técnicas de relajación que he ido practicando en yoga estos meses, como pranayamas. Mi gozo en un pozo. Mi rinitis crónica se intensifica y no puedo respirar por la nariz, con lo que me pongo histérica. Daba por hecho que el cuerpo era sabio y en ese momento se me despejaría sí o sí la nariz, pero no hay forma de poder respirar, no tengo suerte. En este momento empiezo a cagarme en «toloquesemenea»
05:20
Otra vez de vuelta a la habitación. Mi sufrida hermana me controla el tiempo de las contracciones, pero no son regulares, con lo que tengo muchas y muy seguidas, sin tiempo a recuperarme. Me empiezo a acordar de tooodos los vídeos y artículos que he visto sobre partos, pero lo que estoy viviendo no se parece en NADA a lo que yo he visto. Al verme obligada a respirar por la boca todo el tiempo se me reseca muchísimo la garganta y tengo que beber agua a montones, con lo que me me hago pis contiuamente. Al menos evacuar me alivia algo, pero con los nervios a flor de piel, poco me consuela ya…
06:30
Otra vez a monitores. A partir de este momento empiezo a tener lagunas de memoria, ya no sé ni cómo ponerme cuando me da una nueva contracción (y eso que sólo iban a ser para «madurar el cuello del útero»). Ya me quedo en el paritorio preparándome para dilatar lo suficiente. Me exploran: 4 centímetros. Ya queda poco. También aquí hay pelota de pilates, pero cuando me dispongo a sentarme me da una contracción brutal y me caigo hacia un lado, así que prefiero quedarme en el suelo por si acaso. Ya ni puedo responder a lo que me preguntan, sólo me salen lagrimones y siento unos temblores bárbaros. Casi no soy dueña de mi cuerpo.
08:00
Cambio de turno. Llega un nuevo matrón, una nueva ginecóloga, y mi amiga Paqui Chelo, la cual no nota mi alegría por verla porque la recibo llorando… Ya he dilatado y me ponen la epidural (en este momento ni me planteaba no hacerlo, si me hubiesen abierto en canal o violado en masa tampoco hubiera dicho ni pio, la verdad) Empiezan a mermar los dolores, pero sigo temblando como si estuviéramos a -5ºC. Me llevan a paritorio.
08:40
Ya más tranquila, puedo hablar con todos ellos, que me explican todo el proceso del expulsivo. Aún siento contracciones pero son muy leves. Parece que a consecuencia de la epidural, se ha parado el proceso ,así que me enchufan la oxitocina. En un momento de lucidez, me doy cuenta de lo diferente que debía de haber sido mi parto. Siempre decía a mis amigos con mucho humor que todas mis primeras veces habían sido nefastas, y que esta no iba a ser una excepción…no me equivocaba.
09:30
Estoy cansadísima, y me duermo a rajas en el paritorio…como no siento demasiado las contracciones deciden bajarme la dosis de líquido para que vuelvan a dolerme y así pueda empujar bien. Si no fuera porque todos son tan agradables conmigo, igual los mandaba a donde picó el pollo, pero me siento incapaz.
10:00
Aunque siento las contracciones más fuertes siguen sin ser como las últimas. Aún así empujo pero Teo no sale. Empiezo a pensar que lo mismo es que no sé empujar, pero me tranquilizan diciendo que sí que lo hago bien, que tal vez ese no sea el problema…
10:40
Resulta que algo pasa. Empiezo a preocuparme. Con cada contracción el bebé sufre una bradicardia y su pulso baja desmesuradamente. La ginecóloga empieza a plantearse que si no sale quizás haya que practicar una cesárea. Yo me desmorono y llorando les digo que tenía un plan de parto bla bla bla, que llevaba dos meses practicándome el masaje perineal y bla bla bla…una cesárea me aterra, nunca me han operado de nada… 🙁
10:55
Me hacen una prueba a ver si existe sufrimiento fetal. La ginecóloga no es proclive a realizar cesáreas, y más cuando ya llevo un montón de tiempo dilatada, pero los monitores nos preocupan. La prueba consiste en introducirme un pequeño artilugio hasta llegar a la cabecita del bebé, hacerle un pequeño corte y extraerle sangre para analizar el nivel de oxígeno y ver así si el peque sufre. Me la realizan, llevan la muestra a analizar.
11:10
Nos dan los resultados del laboratorio: La muestra se ha perdido. Hay que repetirla de nuevo…me exaspero…¡¡quiero parir, no quiero cesáreaaaa!!
11:20
No es concluyente (si no hubiera sufrimiento saldría un valor de 28 o superior, a mí me da 26). Repetimos la prueba por tercera vez por si acaso, porque yo me pongo cabezona, apelando hasta a que si me rajan, mi futuro como bailarina del vientre profesional se va a ir al garete. Al menos nos echamos unas risas por no llorar.
11:30
Nada de nada. Hay que tomar una decisión sí o sí, aunque como a mí me siguen dando contracciones sigo empujando a ver si lo consigo, pero el bebé sigue sin querer salir.
11:50
La ginecóloga me dice con cara de circunstancia que puede que haya sufrimiento fetal. Que el hecho de que haya una bajada del ritmo cardíaco del bebé podría ser peligroso y podría sufrir algún daño. Me quedo hecha polvo y me rindo a la evidencia de que no me queda otra, así que empiezan a preparar todo para llevarme a quirófano.
12:00
Me colocan en una sábana y me mueven entre un puñao de personas a la camilla porque como le pasa a Rambo, «no me siento las piernas». <y encima peso un huevo. Es como si de repente me viera a mí misma en un capítulo de «Anatomía de Grey» pero sin médicos buenorros… Cuando llego a quirófano me explican que me han subido la dósis de epidural y que estaré consciente cuando me rajen. Miedo total. Me ponen los brazos en cruz sobre unos reposabrazos y me los sujetan con velcro. y a la altura de mi pecho, un artefacto de metal en forma de L invertida y la cubren con telas para que no pueda ver nada. Empiezo a sentirme horriblemente mal, sin poder moverme. Me temo que aunque esté consciente no voy a poder coger a mi bebé cuando nazca. Empieza la intervención y siento presión en la barriga, pero poco más.
12:20
Escucho el llanto de Teo. Pienso que «llora bonito». Unos minutos después viene Antonio, el matrón y me enseña al bebé, cerúleo y hecho polvo, como estoy yo. Le pregunto si puedo hacer el «piel con piel». Me dice que no. Le pregunto si puedo donar el cordón. Me responde que como ha sido cesárea de urgencia no habían preparado nada. Le respondo con todo el dolor de mi corazón, que «vaya mierda de parto». El pobre compungido se lleva a mi peque.
12:45
Me llevan a la sala de reanimación. No puedo mover las piernas y me dicen que ni se me ocurra intentarlo que tal vez me den cefaleas por la epidural. Llevo en un brazo una vía y un cacharro que mide el pulso en mi dedo, en el otro brazo dos vías, y por la espalda el tubo de la epidural. Viene mi familia con el peque. Mi hermana me explica que el bebé estaba completamente enredado con el cordón. Por eso no podía bajar de forma natural, llevaba un montón de vueltas por el cuerpo y el cuello, me quedo sin saber qué decir. Si no me hubieran hecho la cesárea, quién sabe si le habría pasado algo a mi niño, bufff.
Me lo dejan en el costado derecho, pero no puedo verle la cara, ni girarme, ni acariciarlo por todo lo que llevo puesto. Me da un ataque de rabia y de impotencia y llorando le grito a mi familia que está tan feliz de haber visto y cogido al bebé que se lo lleven porque no puedo hacer absolutamente nada así como estoy…. Al final mi madre coge al bebé y se sienta en un sillón al fondo con él. Me quedo tumbada y por fin el sueño me vence viendo como la orgullosa abuela se come a besos al bebé y lo mece de forma hipnótica.
14:00
Me despierto. No sé cuanto he dormido, pero mi madre sigue meciendo a Teo, en la misma postura en que la vi antes de sobarme. Nos dicen que me suben a planta, y para allá que vamos. Llegamos a la habitación y gran parte de mi familia está allí esperándome. Me dan al pequeñajo. Ya tiene mejor color que cuando lo vi, y le han cambiado de ropa. Estoy hecha polvo, muerta de sueño y dolorida que no veas, pero por fin tengo a Teo entre los brazos.
Presiento que esto va a ser el inicio de algo grande 🙂
Bueno, pues esta fué mi odisea particular para encontrarme, después de tantos años, con el hombre de mi vida: mi hijo Teo. Ahora con la distancia de estos 40 días que han pasado, y que ya el dolor se ha olvidado y la herida ha cicatrizado veo todo con mucha más perspectiva que entonces. Y sé que el proceso del parto, sea como sea es una experiencia inolvidable, que te hace ser más consciente que nunca de tu fortaleza como mujer 🙂
¡Abrazos!
Madre mía Llanos!!! Q parto!!! Bufffff… Lo. Importante es q todo fue bien y estáis los dos maravillosamente…. Con el tercero ya no te pasa
Jajaja cuidaros mucho.. Mil besos